07 marzo de 2021
Liturgia de las Horas: Tomo II – Salterio 3ª semana
Santos PERPETUA y FELICIDAD mrs,
Teresa M. Redi vg, Simeón Berneux y co mr
Papa Francisco: El Evangelio de hoy presenta el episodio en el que Jesús expulsa a los vendedores del templo de Jerusalén. Él hizo este gesto ayudándose con un látigo, volcó las mesas y dijo: «No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Ciertamente no era una acción violenta, tanto es verdad que no provocó la Intervención de los tutores del orden público: de la policía. ¡No! Sino que fue entendida como una acción típica de los profetas, los cuales a menudo denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos. Con la Pascua de Jesús inicia el nuevo culto en el nuevo templo, el culto del amor, y el nuevo templo es él mismo. La actitud de Jesús contada en la actual página evangélica, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e Intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. Somos llamados a tener siempre presentes esas palabras fuertes de Jesús: «No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Es muy feo cuando la Iglesia se desliza hacia esta actitud de hacer de la casa de Dios un mercado. Estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer también de nuestra alma, que es la casa de Dios, un lugar de mercado que viva en la continua búsqueda de nuestro Interés en vez de en el amor generoso y solidarlo (4-3-2018).
Monición única para todas las lecturas
La primera lectura y el evangelio de hoy nos sitúan ante dos pilares fundamentales para el judaísmo: la ley dada por Dios a Moisés y el templo, lugar sagrado donde se ofrecían los sacrificios cultuales. Escuchemos atentamente.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 20, 1-17
En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él».
Palabra de Dios.