Liturgia de las Horas: Tomo II – Salterio 2ª semana
Santos PASCUAL BAILÓN rl.
Víctor mr, Heraclio y Pablo mrs.
Papa Francisco: Jesús promete a sus amigos, en un momento triste y oscuro que, después de Él, recibirán «otro Paráclito», otro "Abogado", otro Defensor otro Consolador: «el Espíritu de la verdad»; y añade: «No os dejaré huérfano volveré a vosotros». Estas palabras transmiten la alegría de una nueva venid de Cristo: Él, resucitado y glorificado, vive en el Padre y, al mismo tiempo, viene a nosotros en el Espíritu Santo. «El que me ama, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». El amor es lo que nos introduce en el conocimiento de Jesús, gracias a la acción de este "Abogado" que Jesús nos ha enviado, es decir, el Espíritu Santo. El Señor hoy nos llama a corresponder generosamente a la llamada evangélica, al amor, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida y dedicándonos al servicio de los hermanos, especialmente a los más necesitados de apoyo y consuelo. Si existe una actitud qué nunca es fácil, es precisamente la de saber amarse, de quererse según el ejemplo del Señor y con su gracia. A veces los contrastes, el orgullo, las envidias, las divisiones dejan huella también en el rostro bello de la Iglesia. Una comunidad de cristianos debería vivir en la caridad de Cristo, y sin embargo es precisamente allí donde el maligno "mete la pata" y nosotros a veces nos dejamos engañar. Y quienes lo pagan son las personas espiritualmente más débiles. Cuántas de ellas se han alejado porque no se han sentido acogidas, comprendidas, amadas. Saber amar no es nunca un dato adquirido una vez para siempre; cada día se debe empezar de nuevo, se debe ejercitar. Escuchad esto: cada día se debe aprender el arte de amar, cada día se debe seguir con paciencia en la escuela de Cristo, cada día se debe perdonar y mirar a Jesús; y esto, con la ayuda de este "Abogado", de este Consolador que Jesús nos ha enviado que es el Espíritu Santo (21-5-2017).
Monición única para todas las lecturas
Hoy aparece en las tres lecturas el protagonismo del Espíritu, que es quien da vida a la comunidad. La primera carta de Pedro destaca el papel del Espíritu en el misterio pascual, constatando su intervención en la resurrección de Cristo. El libro de los Hechos nos presenta a los apóstoles transmitiendo ese mismo Espíritu mediante la imposición de manos. Finalmente, es el evangelio de Juan quien nos muestra a Jesús despidiéndose de los discípulos y prometiéndoles que intercederá ante el Padre para que les envíe “otro Paráclito” que se quede siempre con ellos. Abrimos nuestro corazón, para la escucha atenta la Palabra.